Televisión

Gran Bretaña: La BBC necesita reinventarse para subsistir

17-04-2015
En 1987, el episodio Blipverts de la serie Max Headroom, basada en una película británica de Peter Wagg para Channel Four en 1984, planteaba que, acelerando la velocidad a que son presentadas las imágenes en la pantalla de TV, se puede llegar a “fritar” el cerebro de las personas menos activas, a la vez que esto permite emitir más spots comerciales en los minutos asignados para publicidad.

Veintiocho años más tarde, la televisión lineal podría considerar esta alternativa para seguir siendo competitiva frente a los videojuegos y las otras opciones de entretenimiento al alcance de sus huidizos espectadores.

Los avances en la materia están a la vista: en el London Museum de la capital inglesa, un panel de TV 4K sobre una de las paredes del café interno muestra escenas de la calle, con personas y vehículos en movimiento. Nada del otro mundo, salvo que están aceleradas, y atraen la atención; a velocidad real, serían francamente aburridas.

En la serie estadounidense The Big Bang Theory la presentación de cada episodio muestra una evolución de la civilización en cámara rápida; en CSI: Las Vegas, entre otras, se opta por mostrar desarrollos de procesos en cámara rápida —por ejemplo, al analizar una muestra forense— con igual objetivo. En los videojuegos y películas de animación, la ilusión de “ritmo” se logra con secuencias —tomas— de uno a tres segundos, pero en cine o TV esto complica los diálogos; lo que se está ensayando —la BBC lo ha hecho con Sherlock, el recurso ha sido copiado en varios países— es agregar información gráfica en pantalla, lo cual contribuye a aumentar el lapso de atención al intentar leer, por ejemplo, la descripción de un estado de ánimo o un mensaje de texto que el personaje en pantalla está recibiendo o enviando, o algún tipo de “metadata” accesible al espectador que evite que busque o envíeun mensaje en su smartphone o iPad mientras mira el programa.

La BBC y la Royal Charter
El problema particular que debe enfrentar la BBC es que la Royal Charter que guía su funcionamiento —a través de una tasa anual de 145 libras esterlinas que debe pagar todo hogar que tenga un televisor— vence el 31 de diciembre de 2016, y existen escasas probabilidades de que sea renovada en su forma actual. Por lo tanto, la corporación deberá presentar al Parlamento, con suficiente anticipación, una nueva propuesta que sea aceptable para los legisladores que surjan de las elecciones generales que se realizarán este año.

Las condiciones han cambiado mucho desde la época en que la BBC era la fuente principal de programación disponible, y está en duda que un hipotético plebiscito —no previsto en la actualidad— muestre a la población dispuesta a seguir pagando una tasa anual —el pago puede hacerse en cuotas mensuales— para sostener a la corporación. De hecho, se considera que hay una cierta evasión: hogares que tienen un televisor pero no lo declaran, o que sintonizan los programas a través de Internet.

Una de las  hipótesis de trabajo de la BBC, a partir de parte de una propuesta de la comisión Culture, Media and Sport de la Cámara de los Comunes, es, más que renovar la vigencia de la tasa actual —lo que se considera inviable—, reemplazar esta “tasa de broadcasting” (licence fee) por una “tasa de telecomunicaciones” que comprendería tanto a los hogares con televisor como a quienes se comunican por Internet; así, quienes sintonicen la programación en “catch-up” (time shifting) también estarían comprendidos. Esto existe en Alemania, y sirve para pagar los costos de la TV pública en ese país.

Pero hay que presentar la iniciativa de una manera que sea aceptable tanto para los legisladores como para el público, más allá de la consigna ‘informar, educar y entretener’; uno de los puntos en cuestionamiento es que las cadenas comerciales de TV también deben obligatoriamente ofrecer programación ‘de interés público’, con lo cual socavan el concepto de contenidos únicos que son teóricamente la base de la ‘Beeb’.

A principios de marzo, Tony Hall, director general de la BBC, adelantó esquemáticamente un plan denominado MyBBC por el cual la Corporación pondría al alcance del público buena parte de su archivo de imágenes, permitiendo un uso en el estilo binge watching —episodios o temporadas completas de series— como hace Netflix y ‘haciéndola personal’ en base a las preferencias de cada uno. Esto permitiría a los espectadores ‘convertirse en programadores’, dijo Hall, quien argumentó también que ‘una decadencia de la BBC representaría también una decadencia de la producción creativa’ de Gran Bretaña y que la BBC ‘une a la nación y la promueve en el exterior’.

Los opositores a la BBC interpretan el mensaje de la Comisión de manera muy diferente:  hay propuestas —probablemente alentadas por los competidores privados ITV y Sky— para reducir el tamaño de la corporación y aumentar la ‘gobernabilidad’, esto es, reducir la autonomía que la Corporación ha tenido hasta ahora y obligarla a responder por sus acciones. La propuesta de establecer una “suscripción” a los servicios de la BBC, en lugar de una tasa obligatoria, parece no entusiasmar a ninguna de las partes, de acuerdo a los comentarios recogidos en Londres.

Gran Bretaña enfrenta elecciones generales para el 7 de mayo y, de acuerdo a Hall, ‘habrá que tomar decisiones rápidamente’ sobre este tema, después de conocidos sus resultados, reconociendo que el corporación ‘está en una encrucijada’. Si bien parece improbable que el Reino Unido se desprenda de una entidad tan prestigiosa como el Big Ben, también es probable que la Corporación necesite elaborar un plan más atractivo que dar acceso a su base de programas a los usuarios y ofrecer programas de excelente calidad y avanzada tecnología como sus documentales y series como Sherlock, The Graham Norton Show y Doctor Who.

Las emociones faltantes
Tanto en Gran Bretaña como en Europa la televisión es totalmente diferente a lo acostumbrado en América Latina y los Estados Unidos y esto es determinante tanto para la BBC como para sus competidores. 

La sensación que se transmite —también en los canales comerciales privados— es de ‘asesoramiento sobre la realidad’ con un espíritu cercano a los documentales de National Geographic y un control absoluto sobre quienes tienen acceso a las cámaras. Por de pronto, no hay actos de violencia doméstica o callejera; sólo catástrofes como la del avión Germanwings que se estrelló en los Alpes franceses y el naufragio de emigrantes en el Mediterráneo merecen una cobertura exhaustiva. El ‘entretenimiento’ es provisto por concursos de distinto tipo, nada que alarme o excite al público aparezcageneralmente en pantalla, creando un clima balsámico.

¿Quién provee estas ‘emociones faltantes’ que abundan en la TV latinoamericana? Los diarios gratuitos como el Evening Standard o el Metro son consumidos masivamente y abundan en escándalos, crónica rosa y roja y noticias del corazón. Y tienen inmenso éxito: son ediciones tabloide de 60 páginas, abrochadas, distribuidas generosamente tanto a la mañana como a la tarde para consumo de los pasajeros del tube y los trenes suburbanos.

Ya hace casi diez años, el 14 de septiembre de 2005, la BBC News comentaba serenamente en Internet: ‘¿Que aspecto tendrán los diarios dentro de 20 años, si es que existirán todavía?’. Hoy, a mitad de ese trayecto imaginario,  los tabloides siguen existiendo y hasta The Times y el Wall Street Journal —que no son gratuitos—están impresos en ese formato —a diferencia del New York Times y el WSJ en los Estados Unidos—  para leer con mayor comodidad en el metro y los trenes. Y, no han sido reemplazados por versiones electrónicas en smartphonesy tablets, que sí son utilizados intensamente para mensajes, chateo y lo que hace a redes sociales y la intimidad del usuario o usuaria.

Podría aventurarse que la TV británica —y en particular la BBC— pueden ser lo que son lo que actualmente son gracias a estos tabloides gratuitos. El Financial Times y el Times de los domingos, de tono más intelectual y lectura en el oficina u hogareña, siguen apareciendo en formato ‘sábana’.

El debate alrededor del futuro de la BBC se activará después de las elecciones generales y definirá seguramente con tiempo como para evitar una situación compleja a fines de 2016. Para muchos, Gran Bretaña no puede simplemente dejar de tener la BBC. De todos modos, no deja de ser paradójico que una de las instituciones mundiales más relacionadas con la emisión de noticias pase a ser, en los próximos meses, el objeto de esas noticias.

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