Televisión

“El mal lector”: ¿Es igual al “mal espectador”?

23-02-2021
Pese a las críticas que está recibiendo la serie #LosingAlice a medida que el streaming AppleTV+ la va emitiendo los viernes, para finalizar el 26 de febrero, el título de su episodio 6 (“The Bad Reader”, “El Mal Lector”), y una de sus escenas, merecen no pasar inadvertidos.

No vamos a ‘spoilear’ la trama: basta decir que uno de los personajes secundarios le lee a Alice, la protagonista, un párrafo que parece extraído de los escritos de C.S. Lewis en su obra “An Experiment in Criticism”. Y queremos transportar esto al mundo de la televisión, que enfrenta un problema de identidad en la actualidad con el cruce de estilos. Por un lado, están Hollywood y sus estudios. Por el otro, Netflix y Prime Video, que vienen del conjunto cerebral que conocemos como Silicon Valley. De allí emergieron Google y Facebook, entre otras redes globales que hoy preocupan a los gobiernos, en especial Australia y los de Europa.

Citado por Marcos F. Konvalinka, Lewis dice que en cada uno de nosotros ‘hay dos tipos de lector, el bueno y el malo’. Describe al “bueno” como ‘pensativo, abierto, multidimensional’, en tanto el “malo” es ‘impaciente, superficial y lineal’.

Aquí algunas de las características que permiten distinguirlos:

‘El mal lector, cuando lee un libro, está exclusivamente interesado en el evento: sólo quiere saber qué va a suceder. Haber leído el libro es un argumento definitorio para no volver a leerlo nuevamente a futuro’.

‘El muy mal lector’ está interesado ‘sólo en noticias y ficción de baja calidad’, despojada de elementos de contexto o reflexiones.

Y una característica que golpea, en el rubro “distracciones”: ‘El mal lector tratará de convencerlo a usted de que lea rodeado de distracciones, dejará el smartphone a su lado para que suene, y tratará de que usted lea en un dispositivo conectado a Internet’, sujeto a todo tipo de desatenciones. Y, ‘no se sentirá culpable’ si usted, en lugar de leer el siguiente capítulo, ‘se conecta a sus redes sociales’.

Hay otras consideraciones sobre ‘estilo’ y ‘las descripciones’, pero el campo de análisis ya está definido así. Quien desee conocerlas, puede leer el trabajo de Konvalinka en:

https://medium.com/@marcosmfk/the-bad-reader-in-you-70ccda6d5cd8

¿Qué sucede si trasladamos esta definición a la televisión y definimos un “buen” y un “mal” espectador?

Las similitudes son más que sorprendentes, demasiado como para ser una simple coincidencia. Hay que ajustar la escala: un libro equivale a una serie o miniserie, no a un episodio. Y las temporadas sucesivas equivalen a nuevos relatos sobre el mismo tema, como sucede con las obras del escritor italiano Andrea Camilleri “El Inspector Montalbano”, convertidas por la RAI en una serie icónica sobre Sicilia, su comida, su gente y su problemática.

Lo esencial de este planteo es que las redes sociales apuntan no ya a acaparar el tiempo del espectador, sino a captar su “atención”. Por ello, la publicidad online es considerada ‘válida’ cuando aparece en la pantalla durante un par de segundos de su dispositivo. No importa que usted en ese momento esté mirando otra cosa. (computadora, smartphone, consola de videojuegos, notebook). Ver una serie en Netflix durante dos minutos, para su estadística ya cuenta por todo el episodio.

La pregunta es: los productores de televisión: ¿Quieren captar ‘buenos’ espectadores o se conforman con los ‘malos’? Una buena trama, psicológicamente profunda, impacientaría a los ‘malos’. Una película de Ingmar Bergman los espantaría. Pero, desafortunadamente para quienes hacen TV, no tienen elección: los ‘malos’ hacen número para que el programa siga en el aire o la temporada sea renovada. En turismo, sería como esforzarse en ofrecer un muy buen paisaje durante un viaje, a personas que sólo quieren llegar al hotel y guardar su equipaje.

No tenemos la solución, pero sí una certeza: el streaming está cambiando la forma de ver televisión, y los productores deben apurarse a entender cómo son las nuevas reglas.

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