Televisión

2022: El gran desafío para los cableoperadores

25-10-2021
Una interesante serie de conferencias virtuales, comenzando con Jornadas Internacionales de ATVC y CAPPSA en Argentina, continuada con NexTV South America de Dataxis y completada con NexTV México de la misma consultora, ha permitido formarse una idea concreta del presente de la TV paga lineal en América Latina, y también de los desafíos que enfrenta si quiere permanecer vigente a futuro.

A diferencia de Estados Unidos y otros países del mundo, donde la base de suscriptores lineales se ha reducido fuertemente, la mayoría de los mercados latinoamericanos, con excepción de Brasil y Venezuela, han crecido un poco, se han mantenido estables o han bajado un poco. Pero, esto no quiere decir que el futuro esté garantizado: es sabido que los jóvenes de la denominada Generación Z, gente de hasta 25 años, son contrarios a sentarse ante una pantalla de TV tradicional y prefieren sintonizar los contenidos audiovisuales en sus smartphones, laptops o consolas de videojuegos.

En una primera instancia, muchos cableoperadores han agregado la conexión a Internet al servicio que ofrecen, y esto les ha ayudado tanto a incrementar su rentabilidad –el costo de Internet ha venido bajando con el tiempo y mejorado la calidad—como a retener a sus clientes interesado en acceder los servicios de streaming ofrecidos por los denominados servicios OTT (Over the Top, que podría traducirse como ‘lo mejor de lo mejor’), comenzando por Netflix desde 2011 en la región y actualmente con hasta una docena de competidores, entre ellos los principales estudios de Hollywood y las telcos regionales: América Móvil, Telefónica y, en Argentina, Uruguay y Paraguay, Flow de Telecom Argentina.

Uno de los factores que compiten con este ofrecimiento de banda ancha de los cableoperadores y las telcos ha sido el desarrollo de los ISPs (Internet Provider Services), que permiten también acceder a los OTTs y no requieren contratar los contenidos de los cableoperadores o los servicios telefónicos de la telco. En Brasil se estima que hay 14.000 de estos proveedores de Internet, y en México hay por lo menos 3.000; esto ha contribuido a que, en los últimos años, la penetración de Internet haya crecido a ritmo mucho más fuerte que la de TV paga lineal, y los índices de penetración sean actualmente más altos que los de TV lineal en la mayoría de los países de la región.

El golpe más fuerte, de todos modos, ha sido la decisión de las principales OTTs de lanzar la venta directa al consumidor. Esto ha puesto a los cableoperadores a la defensiva frente a sus propios proveedores de programación, porque está el riesgo de que haya contenidos muy atractivos que sean lanzados en streaming pero no en TV lineal. En dos de las conferencias, una de la telcos adelantó que va a solicitar una baja en los derechos que paga a los programadores, si esto sucede. El otro punto de conflicto es que la TV lineal tiene acceso a sólo ciertas temporadas de una serie exitosa, cuando la contrata; en cambio, el streaming cubre casi siempre todas ellas y esto facilita el “binge watching”, las maratones que acostumbran hacer los que se convierten en fanáticos de una serie.

En el primer auge del streaming, los programadores agregaron a la TV lineal lo que se denominó TV Everywhere (TV en todas partes), por el cual un suscriptor a un canal premium en cable o satélite puede, en teoría, acceder a ese contenido vía WiFi desde un smartphone o laptop desde cualquier ubicación. Esto no ganó aceptación por la incompatibilidad técnica entre los distintos sistemas de conexión utilizados por los canales y la dificultad en establecer la comunicación y en cambiar de canal.

Ante todo esto, apareció la posibilidad, para los cableoperadores, de convertirse en lo que se denomina multiagregadores: que sus suscriptores puedan captar servicios de streaming sin salir de la plataforma del cableoperador. Para el público, la representación de esto es una tecla en su control remoto, marcada Netflix o con otra marca, pudiendo acceder a esta OTT como si fuera otro canal. Aquí hay dos posibilidades: que el cable esté simplemente transportando la señal, o que haya un convenio “revenue sharing” por el cual se cobra la suscripción a la OTT y una parte del dinero quede para el operador. En países donde la posesión de tarjetas de crédito (“bancarización”) es limitada, como México y Argentina, es una solución para la OTT porque los costos de cobranza en efectivo o a través de bancos es elevado.

Es cierto que, además de las OTTs principales, hay centenares de “independientes” que están más que dispuestas a conceder condiciones favorables a los cableoperadores que quieran distribuirlas. Pero, hay que tener en cuenta que el público latinoamericano es renuente a pagar más de dos o tres servicios de streaming. Si bien el incluir el costo en la factura general reduce esta resistencia, ello no quiere decir que pase inadvertido. Otro factor es que las OTTs principales se resisten a negociar con cableoperadores pequeños, porque no les suman una cifra significativa de suscriptores, y que exigen una serie de certificaciones para asegurarse de que sus contenidos no serán maltratados o pirateados.

Todo esto se va a intensificar en 2022. La decisión que tendrá que tomar cada cableoperador con respecto a estos temas definirá su grado de competitividad en la zona en que se desempeña. Las empresas medianas y grandes pueden transformarse en telcos, como ya lo están haciendo algunas, o en multiagregadores, por que su volumen de suscriptores interesa a los OTTs; las pequeñas, que son mayoría en casi todos los países pero han mantenido un perfil bajo en el pasado, tendrán que asegurarse de la fidelidad de sus usuarios --que no migren a una telco, servicio satelital o cooperativa telefónica— o reforzar sus contenidos locales, para diferenciarse de lo demás. Una propuesta lanzada en México es tener un servicio de streaming propio, con personalidades conocidas en la zona de influencia del cableoperador, y así tener material exclusivo. Al fin y al cabo, en las localidades pequeñas lo que más interesa a la población es lo que ocurre allí mismo.

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